«Cuando Jesús expiró en la cruz, una de las primeras cosas que sucedió fue que el velo del templo se rasgó», explicó el obispo Franklin Sanches durante el Santo Culto del 19 de octubre. ¿Por qué es importante? Sucede que antes de la muerte de Jesús, los sacerdotes eran quienes oraban e intercedían por las personas ante Dios. No obstante, cuando el velo fue rasgado, fue como si el Señor Jesús dijera: «a partir de hoy tienen acceso directo al Padre, ya no necesitan de nadie».
De acuerdo con el obispo, «ni la religión ni el pastor, ni un santo, imagen o ídolo pueden cambiar la vida de las personas, solo el Señor Jesús puede hacerlo». Por eso es importante aprender a depender solo de Él y desarrollar la fe como la Biblia nos enseña. Cuando uno tiene ese tipo de fe, revelada por el propio Dios, ya no depende de lo que digan terceras personas. «Lamentablemente, la sociedad vive de lo que otros piensan. Por ejemplo, algunos quieren ser aplaudidos en las redes sociales y suben fotos para recibir un “me gusta”, porque dependen de esa opinión», comentó. Sin embargo, es importante usar la fe propia, no depender de lo que otros dicen o hacen.
Un modelo de fe
La Biblia señala a Abraham como el padre de la fe, ¿por qué? «Es un modelo de fe porque no dependió de nadie, solo de Dios. Cuando el Señor le dijo: “Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré”, Abraham no pidió la opinión de sus padres, esposa o amigos, él simplemente creyó en la Palabra de Dios y obedeció».
Por costumbre, muchos consultan las cartas o a los brujos para saber qué hacer en determinada situación, en cambio, quienes usan la fe revelada por la Palabra de Dios tienen la certeza de lo que tienen que hacer.
De acuerdo con las enseñanzas del obispo, hay una diferencia entre la fe tercerizada y la fe revelada: la primera se basa en lo que dicen los demás, «dependiendo de eso, uno recibe fuerza o se desploma»; la segunda es en donde la persona tiene seguridad, pues el Espíritu Santo es quien le habla «y le da la certeza de que las cosas van a suceder».
Abraham nos transmitió la fe de depender de lo que Dios dice. Está escrito que: «Él creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia» (Romanos 4:18).
¿Sin esperanzas?
Abraham no tenía hijos porque su esposa era estéril y ambos eran de edad avanzada, no obstante, él creyó. «Hoy en día, cuando se descubre que una mujer es estéril, se recurre a la ciencia, pero en la época de Abraham no existía eso, para él no había esperanza. Aun así, creyó», comentó el obispo.
Eso es tener fe: cuando ya no hay nada qué hacer, es necesario confiar en la Palabra de Dios. «Tal vez su esposo se fue de la casa, le dijo que no volvería y está con otra familia, pero Dios le dice: “va a regresar y va a cambiar”, y usted tiene que luchar sin importar lo que otras personas digan».
«Y sin debilitarse en la fe contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años, y la esterilidad de la matriz de Sara» (Romanos 4:19).
Él no se debilitó a pesar de lo que veía. Asimismo, nosotros vamos a enfrentar situaciones que traten de desanimarnos, pero el propio Dios lo permite, para que sepamos qué tipo de fe tenemos y busquemos Su fortaleza.
Por eso, las mejores experiencias que uno tendrá con Dios son en las que no hay con quien contar; al estar solos tenemos dos opciones: resignarnos o aferrarnos a la Palabra del Todopoderoso.
Confiar en la Palabra fue lo que sostuvo a Abraham para que no se debilitara. Por eso es importante leer la Palabra de Dios, pues si no lo hacemos, solo veremos las dificultades. «El Señor quiere que usted Lo escuche y tenga una experiencia con Él. Abraham Lo conoció, y cuando uno Lo conoce, tiene la seguridad de que, si Él prometió algo, lo va a cumplir: «Y Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios» (Santiago 2:23).
El Amigo que Abraham tenía no lo defraudó; Dios quiere ser ese Amigo suyo para darle la fortaleza y seguridad que necesita.
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