
«Golpes, peleas, insultos… estas acciones eran constantes en mi matrimonio. Además, en casa el dinero era escaso y era difícil cubrir las necesidades que nuestra pequeña hija requería, pues mi marido gastaba el dinero en sus vicios.
Era doloroso no poder comentar lo que me pasaba, ya que me da mucha vergüenza que supieran el infierno que vivía. En una ocasión, mi mamá me invitó a la Universal y ahí vi la oportunidad de recuperar lo que creí perdido, incluso lo que nunca tuve: una verdadera familia.
Entendí que solo Dios podía darme la bendición que tanto anhelé. Siendo obediente a la voz de Dios, Él salvó a mi familia y transformó mi hogar. Actualmente, mi esposo es un hombre que me ama, me respeta, me apoya; ya no tiene vicios. Es un hombre ejemplar que es un excelente jefe de familia.» -Emmy Santiago

«Entre mi esposo y yo no había buena comunicación. Incluso con mis hijos tampoco hablábamos mucho. El problema era la agresividad de mi esposo. En una ocasión, él se puso tan agresivo que aventaba los muebles de la casa amenazando con matarme y también a mis hijos.
Me sentía sin fuerza para seguir adelante, estaba muy triste. Incluso para mí vivir, por eso intenté quitarme la vida; sin embargo, mi esposo lo impidió. Esa noche supe de la Universal por medio del programa de televisión y al día siguiente fui.
Fue maravilloso asistir porque conocí a este Dios Vivo y al conocer su poder me animé a luchar por mi familia. Esa fe nos salvó a todos. Actualmente mi esposo regresó a casa, no tiene vicios, es un hombre amoroso y tenemos buena comunicación con mis hijos. Ahora somos la familia que siempre soñé tener.» -Guadalupe Silva

«Mi padre fue acusado de un delito que no cometió, su juicio y sentencias fueron injustos y eso me causó gran sufrimiento. Esto causó un gran dolor en mí, llegué a pensar que no había solución para mis dificultades, pensé que jamás tendría de vuelta a mi padre en libertad que no volveríamos a ser una familia ni viviríamos con plenitud.
Cuando más desesperada me encontraba, se abrió una puerta para mí: llegué a la Universal y encontré a Dios. Participé en las reuniones, usé mi fe y confié en que el Señor me salvaría a mí y también a mi familia. Perseveré hasta que vi los cambios, primero me liberé de mi tristeza.
Meses más tarde, las investigaciones jugaron a su favor y fue declarado inocente. Recuperó su libertad. El día de hoy estoy feliz porque mi fe en el Señor Jesús salvó a mi familia de la injusticia y el sufrimiento.» -Marlene Soto