«Quise quitarme la vida a los 14 años» 

Departamento Web 2
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En los adolescentes y niños, la depresión no se presenta de la misma forma que en los adultos. Un artículo publicado en los Anales de Pediatría Continuada describe que ellos no siempre pueden identificar o expresar que se sienten tristes. En lugar de eso, los síntomas varían según su edad y etapa de crecimiento. Estos pueden incluir desde problemas de conducta, como comportamientos agresivos o el uso de sustancias, hasta dificultades en su desarrollo físico y bajo rendimiento escolar. Esto hace que sea más complicado identificar la depresión en ellos. 

Lo anterior describe brevemente la infancia de Jhovanna Hernández, quien fue blanco de la depresión desde la infancia: «no tenía la atención de mis padres, intentaba sacar mi dolor practicando el cutting. Mi papá, en estado de ebriedad, agredía a mi mamá; a causa de ello, quise quitarme la vida a los 14 años. Sacaba mi frustración peleando con mis compañeros; mis maestros dijeron que no tenía futuro». 

Jhovanna intentó salir adelante por sus propios medios, aunque había encontrado la respuesta a su mayor necesidad, seguía su propio camino: «intenté llenar mi falta de afecto con un noviazgo; aunque era feliz por momentos, la tristeza siempre volvía; necesitaba sus palabras para decirme mí misma: “sí valgo”. Asistía a la Universal, pero hacía mi voluntad porque priorizaba a esa persona. Sin embargo, llegaron los problemas, las humillaciones y la depresión creció. Bajé mucho de peso y volví a tener deseos de morir, entonces reconocí que necesitaba ayuda y volví a la Universal para desahogarme con Dios». 

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En su regreso, asumió el compromiso de obedecer la Palabra, y aunque terminó aquella relación, fue difícil porque le era imposible borrar los recuerdos. «Entonces, me propuse el reto de conseguir el Espíritu Santo para ser liberada del dolor, Le pedí a Dios que si existía cambiara mi vida, porque ya no quería sufrir».  

Para recibir la presencia del Señor, ella limpió su interior cambiando actitudes y pidiéndoles perdón a quienes había ofendido en el pasado. «Busqué Su Espíritu con todas mis fuerzas hasta que lo recibí. Con Él conocí el verdadero amor. Hoy soy feliz, duermo y como bien porque tengo paz incluso durante los problemas.    

Lo que buscaba en una persona lo hallé con el Espíritu Santo, quitó mi depresión, me dio valor como mujer y también restauró a mi familia. Hay solución para todo, vale la pena entregarse para recibir el tesoro más grande que es el Espíritu Santo, aunque el proceso sea doloroso, es tomar con valentía lo que Dios quiere hacer en sus vidas y nunca van a estar solos», finalizó. 

Hay esperanza

Si has estado triste o tienes depresión, te invitamos a participar en las reuniones del Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, en la colonia Tacubaya, CDMX. Por tu fe, es posible superar el mal del siglo.

También puedes consultar el horario de la reunión en la Universal más cercana a tu domicilio.

(*) La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.

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