«Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios» (1 Corintios 1:26-29).
«Usted no está aquí apenas porque quiso venir a la iglesia, sino porque Dios lo escogió», explicó el obispo Franklin Sanches al inicio del Santo Culto del pasado 7 de diciembre.
Sí, el Espíritu Santo eligió a cada uno de nosotros para hacer cosas grandiosas. «Él toma a la persona del barro —a quien está en lo más profundo y oscuro— la limpia y quita toda la suciedad del pecado para darle una nueva vida», comentó.
Entonces, ¿por qué algunos no son transformados?
Hay quienes ya han escuchado las enseñanzas divinas e incluso han participado en Hogueras Santas y, aunque su vida mejoró, aún no alcanzan el cambio total, pues esa transformación comienza cuando comprenden que el sacrificio no es solo una cuestión material.
De acuerdo con el obispo Franklin, el sacrificio implica rendir el alma a la voluntad de Dios. Cuando uno entiende eso y dice: «ya no puedo seguir haciendo las cosas como quiero o pienso, sino conforme Dios me enseña», la situación empieza a ser diferente. Y una de las cosas que uno necesita hacer es perdonar. Mientras no perdone de todo corazón, el alma será amargada e infeliz.
De hecho, algunas personas participan en las campañas y propósitos, hasta son fieles en las primicias, pero no quieren perdonar. «Vea la dureza del alma que no se doblega ante el Señor, por eso no es transformada y el Espíritu Santo no entra, porque Él solo puede estar dentro de un recipiente limpio», explicó el obispo.
La razón de la tristeza que muchos llevan por dentro no es solo por los problemas que están enfrentando, también puede ser porque su interior está dominado por un resentimiento o rencor. Eso va enfermando el alma hasta matarla.
Todo depende de una decisión
El Señor Jesús no quiere simplemente darle una bendición; Él quiere lavar su alma y su corazón, desea transformar su vida. «Él nos escogió. Muchos de los que estamos aquí no somos sabios, no estudiamos la universidad, no tenemos grandes sumas de dinero ni una buena apariencia o estatura. Pero eso no importa, Dios nos escogió tal cual somos. Él no mira el color, la estatura o el bolsillo, ¡nada de eso! Él ve su interior. El cambio depende de su decisión: “Señor, me voy a entregar de verdad, voy a permitir que se haga Tu voluntad y no la mía”».
Muchas veces pedimos cosas sin saber si es la voluntad de Dios —y por eso no las recibimos— porque si es Su voluntad, está claro que lo hará. «Y una cosa sé, que la voluntad de Dios es que usted perdone, que tenga el alma limpia y deje su pasado atrás, no importa cuán duro fue».
Tal vez, desde hace mucho tiempo, usted ha sido rechazado, abusado, maltratado, etc., sin embargo, Dios quiere perdonar sus fallas y transformar su vida. No obstante, «tendrá que perdonar a quienes le hicieron tanto daño». Si está decidido a hacer la voluntad del Padre, el cambio es inevitable.

