«Después de encontrar trabajos de brujería, comenzaron las pérdidas en los negocios que mi mamá y yo habíamos emprendido: no obteníamos ingresos, las personas que nos ayudaban nos robaban, no alcanzaba para la renta y empezamos a endeudarnos.
A pesar de mi preparación académica y de trabajar sin descanso, no lograba salir adelante. La presión me afectó al punto de no poder dormir y presentar cuadros de ansiedad, neurosis y depresión.
Tiempo después llegué a la Universal. Empecé a usar mi fe, a perseverar y a obedecer la Palabra de Dios. Hice una prueba con Él, y poco a poco nos dio las condiciones para saldar nuestras deudas. En ese ínterin, recibí el Espíritu Santo, y fue Él quien me enseñó a transformar toda mi frustración en indignación. Con esa fuerza, puse todo de mí en el Altar… y Dios me respondió.
Aunque los negocios anteriores se cerraron, Dios nos dio dirección para emprender uno nuevo, que ya comienza a prosperar.
Y este año, algo que llevaba 5 años detenido por fin se resolvió. Cuando cerramos los negocios, muchas cosas quedaron guardadas en un almacén. En mayo, la persona que nos lo arrendaba quiso subir injustamente la renta. Con indignación y fe, perseveramos en los propósitos de los Casos Imposibles. En poco tiempo todo se destrabó: conseguimos un nuevo lugar donde no pagamos renta y saldamos otra deuda que había.
Hoy puedo decir que mi historia cambió. No porque todo sea perfecto, sino porque aprendí que mi verdadera fuerza no está en mí, sino en Aquel que me levantó: Dios. »-Priscilla Gavilán