«Mi papá estaba enfermo de los riñones y comenzó a hincharse del cuerpo. Por varios días lo dejaron en el hospital; necesitaba el tanque de oxígeno para respirar y reaccionaba muy extraño a causa de su malestar. Al paso de los días me dijeron que ya no quedaban esperanzas para él.
Sin embargo, no me dejé llevar por ese pronóstico y comencé a usar mi fe con el agua consagrada. Se la daba de tomar, mientras hablaba con Dios, pidiéndole que se cumpliera lo que está escrito en la Biblia, que Jesús ya había vencido toda enfermedad en la cruz. Con esa certeza, le decía a mi padre que se recuperaría.
Pasaban los días y, aunque no había mejoras, seguí confiando y repitiendo el proceso, junto con cuidados y una buena alimentación, hasta que empezó a evolucionar favorablemente. El especialista no podía creer en su recuperación; finalmente lo dio de alta.
Al llegar a casa, mi vecina preguntó si le habían hecho un trasplante de riñón, pero fue tanto su asombro al saber que él había sanado por la fe, que ella creyó en el poder de Dios. Hoy mi papá no necesita ni el oxígeno, está completamente sanado.» -Leticia Rojo
Reunión de Sanidad
Si estás pasando por una enfermedad, sea cual sea, puedes hacer uso de tu fe para determinar el bienestar de tu salud.
Te invitamos a participar en la Reunión de Sanidad. El encuentro tiene como objetivo enseñar a las personas a usar su fe para cambiar su situación de salud. Te esperamos todos los martes, especialmente a las 7 p. m., en la Universal más cercana.
(*) La Universal aclara que todos los conceptos emitidos en este sitio web, así como la programación de radio y de televisión, son cuestiones de fe, en modo alguno deben ser interpretados como elementos con atribuciones terapéuticas, sin demérito de la medicina, ni de quienes la practican. NO DEJES DE CONSULTAR A TU MÉDICO.