Las anfetaminas son estimulantes que destruyen más de una vida

Social Media
3 Min Read

La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 reporta que, del total de consumidores de anfetaminas, el 26.1% son jóvenes menores de 17 años, 49.9% entre 18 y 25 años, 18.1% entre 26 y 34, y, finalmente, el 5.9% más de 35 años.

Varias de las anfetaminas son vendidas en forma de medicamentos y con diferentes nombres comerciales. Las usan principalmente los conductores que necesitan manejar durante varias horas seguidas sin descanso, los estudiantes que estudian toda la noche o personas que están a dieta sin asistencia médica.

Según MedLine Plus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, la persona bajo su acción tiene insomnio, falta de apetito y se siente llena de energía; es capaz de ejecutar una actividad durante más tiempo, sintiendo menos cansancio. Pero las consecuencias son graves, por ejemplo:

  • Agresividad e irritabilidad
  • Delirio de persecución
  • Aumento del ritmo cardiaco
  • Aumento de la temperatura
  • Convulsiones
  • Deterioro dental

Cuando una persona toma continuamente una anfetamina, empieza a darse cuenta que cada vez la droga produce menos efecto; de ese modo, para obtener lo que desea, necesita tomar a diario dosis mayores. Por otro lado, el tiempo prolongado de uso también puede provocar una sensibilización de los efectos desagradables.

“Estuve 23 años en los vicios”

Deyanira Monsreal

A los 14 años, empecé a fumar y un años después, a alcoholizarme. Primero, comenzó como un juego, pero después se volvió una necesidad. Donde había fiesta, ahí estaba yo. Como era de esperarse, esto repercutió en mi carácter, pues me hice muy rebelde y también afectó mi salud, me dio gastritis y colitis.

En tres ocasiones, intenté el suicidio. De hecho, llegué a perder buenos trabajos porque llegaba con aliento alcohólico o porque vencía el sueño en mi horario laboral. Mi hijo, quien ya visitaba el Centro de Ayuda Universal, me invitó al Tratamiento en contra de los vicios y accedí venir. Por medio de la fe, logré lo que promesas, mandas e infinidad de cosas, no lograron: dejar los vicios.

Debo admitir que no fue fácil, no lo logré por arte de magia. De mi parte, requirió constancia en las reuniones y une entrega sincera y completa al Señor Jesús. Hoy llevo 13 años sin beber una gota de alcohol ni fumar un cigarro, gracias a Él, puesto que si no me hubiera extendido Su mano, seguramente no estaría aquí contando este cambio de vida”.

Sigue leyendo: ¿Adicciones en la tercera edad?

TAGGED:
Share This Article