La batalla interior entre la carne y el espíritu

Comprende la importancia de la disciplina espiritual para no caer en el error de satisfacer tu propia voluntad

Durante la meditación de este martes 30 de diciembre, el Obispo Edir Macedo habló sobre uno de los mayores desafíos de la vida cristiana: la guerra interior entre la carne y el espíritu. Ella ocurre dentro de cada persona. Y esta lucha no es infrecuente: es diaria, profunda y decisiva.

La guerra que ocurre dentro de cada uno

Para el Obispo, muchos encuentran dificultades espirituales no porque Dios no quiera bendecir, sino porque existe un conflicto entre los deseos de la carne y la dirección del Espíritu.

  • «Hay una guerra que se libra dentro de ella… De un lado está la carne, del otro lado está el espíritu».

Él explica que la carne representa los sentimientos, voluntades y placeres inmediatos, mientras que el espíritu apunta hacia la inteligencia, la obediencia y la fe. Así, mientras la mente dice: «Yo quiero el Espíritu Santo», el corazón insiste en buscar satisfacciones que alejan a la persona de Dios.

¿Alimentar la carne o el espíritu?

Para ilustrar, el Obispo usa un ejemplo simple: el de quien se sienta delante de una mesa abundante. Aun sabiendo el límite, el deseo de comer «solo un poquito más» termina venciendo.

  • «Cuando menos lo espera, ya comió demasiado… porque el corazón quiere satisfacer sus voluntades».

Según él, en la vida espiritual ocurre lo mismo. Quien alimenta más la carne, se debilita. En cambio, quien alimenta el espíritu —por medio de la Palabra y la obediencia— encuentra fuerza.

  • «Aquel al que alimente más, ese es el que va a vencer».

La importancia de la disciplina espiritual

En este camino, la disciplina y el autocontrol son fundamentales.

  • «Esa guerra solo la vencen aquellas personas que son determinadas».

Por eso, el Ayuno de Daniel, por ejemplo, no es solo una práctica religiosa, sino un ejercicio de renuncia: dejar de lado las distracciones de este mundo para enfocarse en las cosas de Dios. Sin embargo, el Obispo advierte: Dios observa la sinceridad del esfuerzo.

  • «Si lo hace de cualquier manera, muestra que no está poniendo toda Su fuerza».

El ejemplo de Jesús: vaciarse para obedecer

Basándose en Filipenses 2, el Obispo recuerda que Jesús es el mayor ejemplo de renuncia.

  • «Él se despojó de Su divinidad, tomó la forma de siervo y fue obediente hasta la muerte».

Aun siendo Dios, se hizo hombre, enfrentó tentaciones, tuvo hambre, lloró y sufrió, pero permaneció fiel al Padre. Así, mostró que la verdadera victoria comienza en la renuncia del propio «yo».

  • «Para vencer al mundo, primero es necesario vencerse a sí mismo».

Determinación que Dios reconoce

Según el Obispo, quien realmente desea recibir el Espíritu Santo pone toda su fuerza, fe y entrega en esa búsqueda.

  • «Dios ve quién es quién. Él evalúa el sacrificio de cada uno».

Así, la promesa permanece válida: quien persevera, se vacía de sí mismo y coloca el Reino de Dios en primer lugar, encuentra la respuesta.

En conclusión: elegir de qué lado estar

El mensaje destaca una decisión que debe tomarse diariamente: seguir los impulsos de la carne u obedecer al Espíritu. Y, como resume el Obispo:

  • «La carne empuja hacia la muerte. El espíritu empuja hacia la vida».

Por lo tanto, alimentar el espíritu, practicar la disciplina y seguir el ejemplo de Jesús no son solo recomendaciones religiosas: son elecciones que definen el rumbo de la fe y la propia eternidad.

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