«Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad» (Salmos 91:4)
No hay nada en el mundo capaz de traer la protección contra el mal de ojo, plagas o cualquier mal hecho por el hombre, porque es necesario estar espiritualmente en la Verdad, es decir, tener la Palabra de Dios como escudo de protección, el Sello del Espíritu Santo.