«Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias […]. Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros Mi Espíritu y haré que andéis en Mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente Mis ordenanzas.» (Ezequiel 36:25-27)
Cuando una persona decide recurrir a Dios, Él la recibe con amor, la renueva y purifica su mente con Su Palabra. El corazón incrédulo, orgulloso e irreverente sufre la transformación del nuevo nacimiento y recibe el Espíritu Santo, que la capacita para guardar y cumplir las ordenanzas de Dios para santificar Su Nombre.
Por Ester Bezerra