Cuando piensa en el futuro, lo proyecta.
Cuando piensa en el pasado, lo siente.
Cuando piensa en el presente, se dobla las mangas.
Es momento de dejar de lamentarse por el pasado y comenzar a tomar decisiones inteligentes para, en el futuro, servir al Señor con nuestro testimonio.
Por Cristiane Cardoso
Lee: No temerle al hombre