El obispo Franklin Sanches habló sobre la fe que insiste hasta recibir la justicia de Dios
¿Alguna vez te has sentido impotente frente a una situación injusta, deseando con todas tus fuerzas una resolución que parece inalcanzable? El pasado domingo 22 de junio, el obispo Franklin Sanches abordó esta inquietud al profundizar en la parábola de la viuda y el juez injusto, en Lucas capítulo 18. A partir de este pasaje, destacó que Dios hace justicia a quienes insisten con fe, viven en obediencia a Su Palabra y no se dejan vencer por las circunstancias.
«El Señor Jesús contó esta parábola para enseñar que se debe orar siempre y no desanimarse». Y explicó que la mujer, siendo viuda, sin apoyo humano ni recursos, no se detuvo porque conocía sus derechos según la Ley de Dios: «Ella no tenía humanamente a nadie, pero tenía una cosa: la Palabra».
La fe que insiste hasta ver la respuesta
La enseñanza se centró en el tipo de fe que esa mujer demostró. A pesar de que el juez no temía a Dios ni respetaba a nadie, ella fue constantemente a pedir justicia, con la certeza de que su causa era justa. Esa perseverancia es la que todo creyente debe tener.
«Jesús estaba enseñando qué tipo de fe debemos tener. Nuestra fe no puede ser resignada ni conformista, tiene que ser insistente», afirmó el obispo. Y añadió: «Fe es certeza. Si usted está haciendo lo que agrada a Dios, no puede detenerse ni dejarse desanimar».
Justicia para quien vive en obediencia
El obispo también subrayó que no basta con insistir: es necesario tener base para hacerlo. «Nadie puede querer justicia si vive en la injusticia», advirtió. Por eso, enfatizó que solo quien vive en la fe y obedece la Palabra tiene autoridad para clamar a Dios por justicia.
Para ilustrarlo, usó una comparación con lo cotidiano: «Si usted paga su recibo de luz y se la cortan, no se queda de brazos cruzados. Va y reclama con pruebas. Lo mismo ocurre con Dios. Si vive conforme a Su Palabra, tiene derecho a pedir».
Y recordó que, según la Ley de Dios, las viudas no debían ser afligidas: «A la viuda y al huérfano no afligiréis. Si lo afliges y él clama a mí, ciertamente yo escucharé su clamor» (Éxodo 22:22-23). Por eso, la viuda de la parábola tenía respaldo para presentarse ante el juez, aun sin abogado o influencia.
¿Qué encuentra Dios en ti?
Jesús concluyó la parábola con una pregunta directa: «¿Y no hará Dios justicia a Sus escogidos, que claman a Él día y noche? […] Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?» (Lucas 18:7-8). El obispo retomó esa misma pregunta y la dirigió a los presentes: «¿Qué ve Dios en usted? ¿Fe o murmuración?».
A lo largo del mensaje, reiteró que lo que mueve a Dios no es el sentimiento, sino la fe. «Mucha gente llega ante Dios con lamentos, pensando que Él se va a conmover. Pero lo que conmueve a Dios es la fe», dijo.
Lo más justo: recibir el Espíritu Santo
Uno de los puntos más enfáticos del mensaje fue la necesidad de recibir el Espíritu de Dios. En realidad, «la mayor injusticia es estar tanto tiempo en la iglesia y no tener el Espíritu Santo», afirmó.
Y explicó que una persona puede luchar por su familia, su salud o su economía, pero si no ha recibido el Espíritu de Dios, sigue vacía y vulnerable a desistir de su fe.
Por eso, animó a no rendirse. «Si usted cree en lo que está escrito, luche hasta que lo logre», afirmó. Así como la viuda no se dejó detener por la indiferencia del juez, el creyente tampoco debe conformarse ni ceder ante lo injusto.
«Si su causa es justa, no puede desistir de luchar por ella. Presente su fe, reclame con base en la Palabra, y Dios le hará justicia», concluyó, señalando que hay causas que ningún tribunal humano puede resolver, pero que el tribunal de Dios —el Altar— está abierto para quienes deciden luchar. La justicia de Dios es la que finalmente traerá el «cielo» a la vida de aquellos que perseveran en la fe.