El pacto que transforma

Departamento Web 2
7 Min Read

Dios no llama a nadie sin un plan y sin un propósito, sobre todo, no lo hace para que tengamos una vida igual o peor a la que tenemos. Lo que Él quiere es manifestarse en ella, sin embargo, ¿qué garantías tenemos de que Él quiere hacer algo extraordinario en cada uno de nosotros?

La respuesta está en la historia. Durante el Santo Culto del pasado domingo 9 de junio, el obispo Franklin Sanches explicó que esa fue la misma situación por la que atravesó Abraham. El tiempo había pasado y estaba preocupado porque no podía tener un hijo, ahí es cuando Dios le pidió hacer algo diferente:

«Yo soy el Señor, que te saqué de Ur de los caldeos para darte a heredar esta tierra. Abram respondió: —Señor Dios, ¿en qué conoceré que la he de heredar? El Señor le dijo: —Tráeme una becerra de tres años, una cabra de tres años y un carnero de tres años; y una tórtola y un palomino. Tomó Abram todos estos animales, los partió por la mitad y puso cada mitad enfrente de la otra; pero no partió las aves.» (Génesis 15:7-8).

«Cuando usted lee esto, no entiende, pero para Abraham era algo claro porque era una costumbre de la época. Como en ese entonces no existía un contrato como garantía de que se iba a cumplir una promesa, agarraban un animal, lo partían a la mitad, se ponía un lado de una parte, y en frente, la otra, y luego se derramaba la sangre en medio. Las personas que iban a hacer el pacto tenían que pasar en medio de ellos, así es como se sacramentaba el acuerdo. Y si una de las partes faltaba a su palabra, el otro tenía el derecho de hacerle lo mismo que a los animales, es decir, podía matarlo, y no sería considerado un crimen, porque uno tenía derecho a la vida del otro», explicó el obispo.

Lo que Dios estaba haciendo con Abraham era un pacto en el que estaba empeñando Su propia vida. En otras palabras, Él le estaba dando la garantía de que iba a cumplir Su promesa; pero en este compromiso, Abraham también tenía que cumplir su parte de serle fiel a Dios.

«Lo interesante es que Dios pidió una becerra, una cabra, un carnero, una tórtola y un palomino… ¿Qué significa eso? En la ley mosaica, verá que Dios determinó sacrificios de acuerdo con la condición de cada persona. Un príncipe no podía ofrecer un ave, pero sí un buey; el carnero y la cabra representaban a la clase media, y los que no tenían nada ofrecían palomas. Esto significa que el pacto está abierto para todos, es decir, nadie está excluido», agregó.

¿Y cuál era el plan de Dios para Abraham? El obispo detalló que era formar una nación santa que honraría a Dios, y el propósito de esto era que de esa nación nacería el Salvador que vino a dar la vida eterna para todos los que creen en Él.

De manera semejante a Abraham, hoy muchos buscan a Dios preocupados por resolver un problema, sin embargo, Él tiene cosas mucho más grandes por hacer. Y quien tiene un pacto con Él y lo mantiene, tiene el derecho de cobrarle a Dios que cumpla Sus promesas.

Pero ¿cómo podemos hacer actualmente un pacto con Dios?

El Señor Jesús lo renovó cuando ocurrió la Santa Cena: «Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de Mí”. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de Mí.”» (1 Corintios 11:25).

 «En la noche que fue traicionado, Jesús tomó el pan y lo partió, porque Lo representaba como el cordero sacrificado que tenía que ser partido. Esto era muy claro para los apóstoles porque sabían cómo se hacía un pacto, solo que ahora el Hijo de Dios sería partido. Vea que Jesús estaba haciendo un nuevo pacto.

Entonces, cuando usted participa de la Santa Cena está haciendo lo mismo que Abraham, un pacto, y Le está diciendo a Dios: “Si soy infiel, yo pago con mi vida”. Solo que muchas personas han participado de este pacto, pero lo rompieron, fueron desleales y, por eso, sufren o viven fracasando», dijo.

«Usted puede comenzar a cambiar su vida hoy, si honra a Dios y es fiel a aquel pacto, Él le llena de favores. Aunque pase por tribulaciones e injusticias, no puede abandonar a Jesús; este sacrificio es de todos los días, uno tiene que sacrificar su ser, su voluntad para mantenerse dentro de este pacto. Ahora, la pregunta del millón: ¿quién quiere pasar por estos animales o por el cordero y hacer un pacto, el nuevo pacto con el Señor Jesucristo?

Pero una vez que se hace no hay vuelta atrás, un pacto no se rompe. Sin embargo, quien lo mantiene, estará dentro de los planes y propósitos de Dios», finalizó.

También lee: «Yo honro a los que me honran»

Share This Article