«Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?» (Mateo 7:11)
El amor de Dios es infinitamente superior al de los padres terrenales. A veces, en su deseo de dar lo mejor a sus hijos, los padres pueden concederles todo lo que desean sin considerar el momento adecuado, lo que puede afectar su madurez y desarrollo.
Pero Dios, que conoce perfectamente a cada uno de Sus hijos, atiende sus peticiones con sabiduría y en el momento oportuno, según su madurez espiritual y obediencia, para que aprendan a vivir dependiendo de Él.
Por Ester Bezerra