Asumir la responsabilidad

Departamento Web 2
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Muchas veces las personas suelen buscar culpables por su situación actual. Culpan a los padres, a la pareja, a los hijos, a la vecina, etc. «Pero esa cuestión no les permite encontrar la responsabilidad de sus vidas», explicó el obispo Franklin Sanches durante el Santo Culto del domingo 13 de marzo.

Incluso, algunos dejan que su vida se guíe por su pasado. Por ejemplo, usted no elige la familia en la que nacerá, pero por peor que esta haya sido, está en sus manos revertir su situación, la responsabilidad de cambiar.

«No dependo de una tercera persona. Porque Dios me dio una cosa llamada fe, que es una cosa individual y personal. Él me dio Su Palabra y si creo en ella, no importa lo que suceda, esta se va a cumplir. La responsabilidad es mía», dijo. Añadió que aunque uno no puede cambiar al mundo, a través de la fe puede transformar a su familia, su economía, su condición de salud… todo. Dios nos da la responsabilidad de cambiar la situación.

En el siguiente pasaje bíblico hallamos a un hombre llamado Ezequías, quien asume el reino de su padre en ruinas, pues su padre había sido un mal ejemplo e hizo lo peor en el reino. Pero pese a que Ezequías tuvo un pésimo ejemplo, tuvo una excelente educación con respecto a la fe, aprendió todo de la Palabra de Dios.

Preste atención a lo que él hizo tras asumir un reino quebrado:

«En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa del Señor y las reparó. Hizo venir a los sacerdotes y a los levitas y los reunió en la plaza oriental. Entonces les dijo: Oídme, levitas. Santificaos ahora, y santificad la casa del Señor, Dios de vuestros padres, y sacad lo inmundo del lugar santo. Porque nuestros padres han sido infieles y han hecho lo malo ante los ojos del Señor nuestro Dios, le han abandonado, han apartado sus rostros de la morada del Señor y le han vuelto las espaldas. También han cerrado las puertas del pórtico y han apagado las lámparas, y no han quemado incienso ni ofrecido holocaustos en el lugar santo al Dios de Israel. Por tanto vino la ira del Señor contra Judá y Jerusalén, y Él los hizo objeto de espanto, de horror y de burla, como lo veis con vuestros propios ojos. Porque he aquí, nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos y nuestras hijas y nuestras mujeres están en cautividad a causa de esto» (2 Crónicas 29: 2-9).

Ezequías entendió que las tragedias, miseria y todo lo malo que acontecía en el reino era un problema espiritual, pues al estar lejos de Dios, les vinieron todas las desgracias.

En realidad, «él no culpó a su padre, no se sentó y arrojó piedras al trono. Sino que entendió que el problema era espiritual. Incluso, su primera actitud no fue reunir a sus ministros para crear un plan económico, pues el país estaba en quiebra. No llamó a sus generales para planear una estrategia». Comprendió que la ausencia de Dios era la que provocaba el desastre y lo primero que hizo fue abrir las puertas de la Casa del Señor y pidió a las autoridades espirituales de aquella época que la santificaran.

De la misma forma pasa con las personas actualmente. El culpable de su situación no es su papá, marido, esposa, hijo. Es la falta de Dios. Entonces, para que Dios venga sobre su vida, tiene que santificarla, remover todo lo que es inmundo.

Hoy, el santuario es su vida. Pero ¿cómo podrá Dios habitar en ella si no está santificada?

Puede hasta estar en la iglesia, pero si usted no se entrega de verdad, Él no podrá morar en usted.

De acuerdo con Ezequías, durante el reino de su padre las personas voltearon las espaldas para Dios. Imagine, cuando una persona está dándole la espalda a Dios, le da el frente al diablo. Ellos también habían apartado sus rostros de la casa del Señor. Es como aquellos que deciden no buscar a Dios en la iglesia, pues creen que es igual buscarlo en casa, sin embargo, no es lo mismo.

En el pasaje bíblico, se explica que también habían cerrado el pórtico, es decir, las puertas de su corazón para Él. Y al apagar el candelabro, apagaron Su Presencia. Tampoco quemaron el incienso, que es la oración. Ni ofrecieron sacrificios para mantener viva la llama de su fe.

Por lo tanto, Dios no los abandonó y ellos sí a Él.

«Ahora he decidido en mi corazón hacer un pacto con el Señor, Dios de Israel, para que el ardor de su ira se aparte de nosotros» (2 Crónicas 29:10).

Usted puede ser como Ezequías. No importa su pasado, si vivió en la miseria, si no tiene estudios, etc. Su pasado no puede interferir en su futuro. Porque si usted toma una decisión de buscar a Dios, Él puede cambiar su historia.

Lo que importa es el hoy, el ahora. Ezequías lo determinó. De la misma forma, su historia también puede cambiar, si decide hacer un pacto de verdad. Pues el Señor necesita un compromiso con usted.

Basta tomar una decisión sincera para que el Espíritu Santo actúe.

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