«Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia» (Deuteronomio 30:19)
Aunque la naturaleza reconoce la mano de Dios, el hombre muchas veces permanece indiferente. Dios no fuerza a nadie, pero sí lo orienta para que tome la mejor decisión: vida justa y bendición en abundancia para aquellos que obedecen Su Palabra.
Por: Ester Bezerra